Algunas de ustedes –mujeres– van por la vida ocasionando irreparables daños a nuestras pobres psiques. Nos dejan terribles secuelas que nos atormentarán por décadas enteras.
Conozco hombres de familia que aún se resienten de las lastimaduras que les ocasiono una flaca de cuando iban en la prepa y todavía nos quejamos alegremente de los predicamentos que nos ocasiono, cada que nos juntamos, cinco años de por medio.
Otros solo no recuperan su fe en la relaciones y la confianza en el sexo opuesto.
Yo se que no buscan redención alguna; ni la tendrán; solo esa pesada loza que son ustedes mismas y el recuerdo de nuestros buenos tratos.
O algo así
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