viernes, 13 de junio de 2008

Fragmento II (No se a que iba todo esto).

Jorge venía desarrollando esta idea de la plasticidad. La centraba en lo físico; no, más bien lo centraba en lo tangible. Y todo partía de la siguiente idea:
-Edgar ¿si pudiéramos aislar al cerebro, para que no estuviera obligado a ocuparse de la respiración, del movimiento, de la sangre, de los cálculos, crees que podría concertarse solamente en pensar? Es decir ¿podría convertirse en un súper cerebro? -me preguntaba sabiendo la respuesta, pero nunca haciendo retórica la pregunta.
-Me parece que no es posible, el cerebro no tendría parámetros, no tendría “realidad”; es como con la memoria, tu cerebro no distingue un recuerdo pasado de lo que sucede en la actualidad. Esa distinción la hace tu mente, tu cerebro y tu relación con el mundo.
El estaba de acuerdo con mi pensamiento, y lo estaba por que él me había conducido a esa deducción. Y esa deducción era lo medular, lo fundamental, en su idea de la plasticidad.
-Claro, por que eres un organismo, dependiente del cerebro, de la mente, de la relación entre los dos y, de tu relación con el exterior. La plasticidad tendría que ver más con las posibilidades que esas tres cosas permiten. Tal como se puede aumentar y reducir la masa de tu cuerpo. En ese sentido, plásticamente podrías -a través de factores, como un accidente- convertirte en un ser atrofiado mentalmente y no poder funcionar en tu medio; pero esa posibilidad es debido a la plasticidad que tiene tu organismo. De igual manera puede suceder lo opuesto: convertirte en un “genio”. Sin embargo, eso solo puede suceder debido al entrenamiento. Pero el elegir y entrenarte dentro de un conjunto de reglas y condiciones determinadas es posible gracias a la plasticidad.
Yo tenía más dudas que certezas y desafortunadamente mi demanda de ejemplos para entender, reduce a imágenes las ideas. Sin saber eso todavía, y llevando la plática hacía un terreno útil para mi, le preguntaba: -Si eso es cierto, si entrenándote llegas a ser “genio” en algo, ¿podríamos estar de acuerdo en que Valdano es más “genio” (a falta de una mejor palabra) que Diego?
-Creo que sí -me respondía sin duda, pero contemplando otras posibilidades. Y creo que es así por que su “genialidad” en la cancha, también la supo manifestar como Director Deportivo de un equipo, como comentarista, como escritor. Maradona, simplemente se veia rebasado por ella. Y la falta de un entrenamiento de esa genialidad, lo llevó a cosas como las drogas y situaciones del tipo.
-Eso solo puso en evidencia su humanidad, por eso es más grande que Pelé -yo contestaba, esperando que mordiera el anzuelo, pero no fue así.
Calló, y me dijo que eso era debatible, que nos faltaba información. Que yo me dejaba llevar por mi romanticismo. Y entonces mencionó a Mozart. Supongo para ablandar y calmar mi urgencia de ejemplos para entender.
-Es como Mozart. Su genialidad es contrastante con como llevó su vida. -decía él.
-Quizá tiene que ver con que la creación -no la creatividad- tiene que ver con operar con un sistema distinto al regularmente practicado y ejercido comúnmente, ¿no? Es decir, si fuera con un psicólogo ¿qué la iba a decir éste a Mozart? ¿Estás mal? O: tu vida está mal por esto y esto otro, y actúas así por eso y esto. Seguramente serían cosas que Mozart ya sabría, por las mismas razones que pudo crear la música que creó: por una consciencia, y quizá introspección, que le permitían ver las cosas de forma distinta. Por eso, me parece que sus problemas -y los de cualquier persona que ande en la misma onda- son problemas filosóficos, no psicológicos. ¿No te parece?
-La psicología no es una ciencia Edgar -me contestó.



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