Edgar (riendo): Wey, ¿un dormilón en el muslo, wey?
Jorge (igual): O un soplamocos, wey.
Edgar (riendo y ocurrente): ¡O un pierrotazo wey!
Jorge (carcajeándose): Donde están sus tetas wey.
(Edgar no puede hablar de la risa)
Jorge (riendo): Porque si les pegas ahí les duelen; como a nosotros los huevos wey, eh wey. ¿Por que les dolerá wey?
Edgar (igual): Igual lo que cuelga duele wey, ¿no wey?
Jorge (riendo e insistente): Ah simón wey, wey, tienes razón wey. Wey, te hablo wey... Wey...
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