En el 2006, el Myspace, en esa ciudad digital en ruinas, ese Detroit o Ciudad Juárez de la internet, tenía un apartado, junto o debajo de la fotografía del perfil, para listar los intereses propios -y con ello describirnos; darnos a conocer. Así se llamaba ese campo a llenar: "Intereses:". Pasé de colgar una enumeración que iba desde los Adidas Dragon -en piel-, hasta los leones rampantes de los escudos de armas, pasando por los efectos que en mí producía -produce- Entre Ríos. Luego lo sinteticé todo y puse que me interesaban sólo: "La lengua española escrita, el futbol y la memoria." Me siguen obsesionando, pero de otro modo, en otro sentido. Ahora me importan únicamente: la prosa, Messi y mirar al pasado como a un bloque de mármol con el cincel en el puño. Es decir, lo mismo. Pero no lo mismo. Nada cambia, nada puede cambiar nunca porque las cosas no son, no fueron. Están siendo.
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