miércoles, 30 de abril de 2014


Game of Thrones, a mi entender, es la síntesis de lo peor de The Lord of the Rings y lo sustancial de Dallas. Intriga dentro de una épica digna de cartas de Magic. Pero también está la metamorfosis del Kingslayer; esa calibración de sí mismo a la que no otra cosa que el mundo, su tangible punto ciego, lo obliga. 

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