lunes, 25 de junio de 2007

De la nada. Como todo surge. De cero. Antes de una línea hay un punto, y antes de eso; nada. Simbólicamente: la ausencia de todo antes de la creación de algo. Antes del hombre, antes de una bola incandescente flotando en el espacio, antes del espacio, o del universo, teóricamente no había nada. Y tal cual, de la nada surgen las grandes ideas. Momentos brutales en la historia, en la música, en el arte, en la vida, han sido motivados por nada. La creación puede llegar de la inspiración, de la imitación, por recomendación de alguien más, pero antes de eso, no hay nada. Sin razón aparente, solo como una necesidad monumental de hacer algo, algo relevante, que cambiara vidas. O no. O simplemente porque si, porque se puede; más bien: porque se puede, y se puede hacer bien.
Todos los ejemplos antes mencionados, en su campo significan algo, para alguien, para muchos, o solo para el ejecutor, y eso, de cierta manera, los hace importantes y relevantes en algún momento, o plano, o perspectiva: Personal, social, filosófica, sentimental, yo que se. Hacer cosas de la nada, pensar cosas de la nada, cambiar de opinión de la nada, llegar a un punto, y sin motivo aparente cambiar de rumbo; todo eso obedece a una necesidad, de romper barreras, o limites, impuestos por uno mismo o por el contexto de las situaciones, llámese sociedad, familia, tabúes, valores, uno mismo, etc. Y no necesariamente carece de motivación. No, si la tiene. Una tan milenaria como la misma naturaleza humana. La misma contradicción y poli funcionalidad de una persona, contenida entre dudas, supuestos valores y normas, que si bien sirven para mantener un orden, a veces no son más que un pretexto para cohibir, para reprimir la necesidad del humano como tal. La necesidad de hacer “cosas” no siempre requiere de una forma ni un fondo: puede empezar desde un punto neutro, desde nada, e ir adquiriendo esa forma y ese fondo conforme se va desarrollando. Y antes de eso, la motivación era nula, era una simple necesidad, incomprensible incluso para el individuo, pero que ira tomando sentido conforme vaya sucediendo.
No tener limites. No es sinónimo necesariamente de caos. Uno mismo puede fijarse sus propios límites, respetando la propia moral y convicción de uno mismo, sin afectar a terceros, con orden y sensibilidad hacia el entorno, hacia los demás, pero eso, depende solo de uno, lo externo continuara siendo un obstáculo, o un aliciente, eso depende.
Vivir sin limitantes impuestas por el “sistema” llámese gobierno, sociedad, familia, o uno mismo, requiere mas fortaleza y sabiduría que cualquier constitución. Puede que sea mas difícil que vivir de normas establecidas, la responsabilidad recae en uno, y en nadie mas, nada de chivos expiatorios, cero pretextos, como debería ser. Pero somos débiles, dejamos que la mierda entre en nuestras cabezas, y la dejamos amontonarse indefinidamente.
Para lograr el fin último, cualquiera que este sea, se necesita un equilibrio: entre la mente y el corazón, entre el sentimiento y la razón, ponerlos sobre la balanza y no dejar que uno domine al otro ni el otro al uno. Cada quien debe encontrar la manera, buscar la fuerza necesaria…De la nada.

3 comentarios:

Unknown dijo...

hola hola!!!!!!


adivina quien es!!!


una ancho de cadera!!!!!!



jejeje

Unknown dijo...

oye pero como sabe que me llamo miguel ehhh????


que tal si era rudoencinto de las pitayas!!!!!!

Dimelo por favor amigo!!!

Unknown dijo...

ooooo sera que tengo cuenta de Gmail????

por eso???

jejej como escribo sobre mi y no de ti!!


ya pronto a pronto lo hare manito!!!