viernes, 24 de octubre de 2008

Vector.

Una vez, me dijo Denise:
-Edgar, ya no vamos a ir al cine a Satélite. Es mas caro que en Arboledas.
-Es que es Ciudad -contesté, seguro y alebrestado.

Satélite, recuerdo prestado: Quique Rangel
publicado el 8 de diciembre de 2007, en Ciudad Norte.

Por Uriel Waizel
Satelín Torres

¿Cómo afectó a Café Tacvba crecer en Ciudad Satélite? ¿Eran conscientes de su condición suburbana?

En un principio, nuestra intención como grupo en realidad no era poner en alto el nombre de Satélite; es más, mucho del resultado de la propuesta original de Café Tacvba —el acceder a la música tradicional mexicana a partir de la influencia que pudiera generar una voz propia y por tanto, ser nuestra aportación a la música— parte de que Satélite y sus satélites (Echegaray, El Mirador, que es donde crecimos) están conformados dentro de una visión del suburbio norteamericano con el centro comercial como punto neurálgico, y con el uso del automóvil como parte importante del desarrollo social, ocasionando la ilusión de no estar en algún lugar de México, sino en un suburbio protoamericano. En este entorno, no había un ámbito exterior para escuchar música mexicana, a pesar de que en casa de todos nuestros padres existía y eso, inconscientemente, nos llevó a rechazar la cultura importada y ser alternativos, encontrando en lo mexicano una propuesta relevante.

¿Cómo era el ambiente en Satélite durante la fundación del grupo?

Cuando iba en la prepa en 1985 había conciertos en el sitio donde se construyó la iglesia de Lomas Verdes; ahí vi a Ritmo Peligroso, Kenny y Los Eléctricos. Había conciertos en el Club Cuicacalli, estaba un lugar llamado Rocks en la parte de atrás de Plaza Satélite —ahí por ejemplo me tocó ver a Botellita de Jeréz— y eran eventos para gente clasemediera, y los grupos que venían no eran tan conscientes de qué era lo que pasaba por Satélite, pero para nosotros sí eran cosas de otro mundo. Por ejemplo, abriéndole a Punto y Aparte —una banda del sello Comrock — llegaron Las Insólitas Imágenes de Aurora (posteriormente Caifanes y ahora Jaguares) con una propuesta extrañísima. Alfonso André iba pintado con los pelos parados con un aspecto muy estridente. Se podía intuir que en la ciudad estaba pasando algo mucho más armado tanto en propuesta musical como escénicamente.

Entonces Satélite “espejeó” lo que ocurría en el DF…

Había grupos en cada cuadra de la zona; a pesar de la dificultad de acceder a instrumentos importados, teníamos marcas patito, bueno, patito no, se usaba una marca llamada Sonatone. Digamos que lo más cercano a un grupo profesional en el Satélite de entonces fue Axis —la banda que ganó el concurso de rock Peerless y a quienes homenajeamos rehaciendo Metamorfosis en Avalancha de Éxitos—. Axis tocaba muy bien y hacían buenos covers de Led Zeppelin o Rush. Coverear era un asunto genérico en la mayoría de las bandas de aquel movimiento de rock sateluco. Se imitaba la cultura importada, viniera del DF o del extranjero. El modelo de las bandas de garage gringas inspiró a muchos a tomar sus guitarras. De hecho me intriga por qué no hay más conjuntos que hayan salido de esta zona. Si caminas por las calles un fin de semana se escuchan bandas ensayando.

¿Dónde ensayaban en un principio?

Originalmente comenzamos en la habitación de mi casa en El Mirador —justo arriba de lo que era el parque de atracciones Divertido—, luego nos pasamos a Echegaray —en la casa de la abuelita de Meme—; después regresamos a rentar un lugar en el Mirador y ahora nuestro lugar es El Ensayo, en el límite entre Bulevares y Satélite.

¿Qué los ha hecho quedarse y seguir ensayando en Satélite?

Sería muy difícil mudar nuestra central a otro lugar. No hay una razón exclusiva para decir “sí, nos tenemos que quedar en Satélite”. Te podría decir puras razones que parecen de vendedor de bienes raíces; por ejemplo: es más fácil acceder si vienes del DF, siempre vas a ir en sentido contrario a la dirección de donde proviene el tráfico. Es importante estar aislado de la Ciudad de México. Hay quien nos visita para entrevistas o para plantearnos un proyecto, pero podría ser más el flujo de personas si estuviéramos ubicados céntricamente. Afortunadamente es difícil acceder para los que vienen del DF. Para uno, trasladarse es cosa de todos los días. Estos factores ayudan a que El Ensayo sea un espacio aislado relativamente y ello favorece a actividades donde se necesita concentración, como hacer los arreglos o estar grabando. Satélite es una constante en la mitología de Tacvba y sin embargo, no se refleja textualmente en su música. Lo más manifiesto sería el afiche de nuestros 15 años, ilustrado con las Torres; el video de “Ingrata” —grabado en la explanada de las mismas—, y también el mapa de Guía Roji incluido en el interior de Cuatro Caminos que señala la ubicación de las Torres. Una referencia lateral es la presencia del Metro de la Ciudad de México en nuestra temática. Para nosotros, el Metro fue nuestro medio de transporte cuando no teníamos auto. Tomabas un pesero al Toreo y de ahí el Metro hacia el Centro, Coyoacán, la Cineteca o donde se necesitara. El Metro era el inicio de la ciudad.

¿Qué acción tomaría Café Tacvba por Satélite?

A mí me parece muy triste que no haya lugares para que los grupos nacidos en Satélite puedan tocar. Creo que es importante para que se conozcan las nuevas propuestas: hay un déficit de antros en la Ciudad de México. Si hubiera uno en Satélite y habiendo tanto público interesado, la gente se acercaría a estos espacios. Creo que debería haber más presencia de centros culturales. Cuando nosotros crecimos, no había muchas librerías donde acceder. El hecho de que se haya abierto una Gandhi o Sótano es un signo de que hay un interés por ello. Ya hay un jardín del arte, conciertos sinfónicos, videoclubes con cine de arte y presencia cultural más allá de las bellas artes, pero el estigma de lo sateluco permanece a pesar de los esfuerzos.

¿Ser llamado sateluco te resulta peyorativo?

Para mí un sateluco era una persona que vivía en los circuitos de Satélite (yo vivía en El Mirador). Cuando empecé a llevarme con gente del DF me empecé a dar cuenta que los chilangos me llamaban sateluco en un tono peyorativo. Ahora creo que el apodo simplemente define, es un indicativo del lugar y nada más.

¿Alguna vez le han dado a Café Tacvba un reconocimiento al estilo Don Gato, es decir, otorgarles las llaves de la ciudad en el Centro Cívico?

Alguna vez se comentó acerca de un homenaje. No estoy seguro de qué se trataba, pero oficialmente no nos han nombrado Ciudadanos Ejemplares de Satélite.

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