Acá, en Folio, dice Ariel Rojo: "A+B=D es un proyecto que busca desarrollar
productos funcionales que puedan ser llevados al mercado tanto nacional como
internacional. La metodología del taller parte de una formula muy sencilla
A+B=D. En donde “A” puede ser un elemento cultural, una referencia contextual o
una historia, mientras que “B” es simplemente un objeto, es decir, una silla,
un anillo, una taza, una lámpara, etcétera… Incorporar estos atributos o
referencias culturales o contextuales al objeto dan sentido al nuevo diseño, en
este caso representado como “D”.
Por más interesante o productiva que considere a su técnica de bricolaje, hay que tener una vasta dosis de necedad para continuar en la misma línea de diseño que hace ya unos años dejó de ser cagadita -por no hablar de su esterilidad e intrascendencia. Mientras Ariel Rojo la sigue explotando, con la mecánica de la estafa, Paola Antonelli propone mejor "quemar todas las sillas". Es decir, quemar todos los intentos de producir, irreflexivamente, un objeto más. Propone diseñar otras cosas que aunque no sepamos aún cuál pudiera ser su aplicación en la sociedad, aun así se proyecten. El sentido existencial del diseño es la innovación, no la fabricación, impune y a destajo, de baratijas. ¿Qué más innovador en estos tiempos que diseñar para una inmaterialdiad? Porque la actividad proyectual, inevitable e irreversiblemente, está mutando, se está replanteando en función de una excesiva producción ya ni siquiera de productos, sino de ocurrencias. Ariel Rojo y la concepción de diseño a la que se adscribe es una atrofia, un miembro inútil en esa mutación.
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