Ayer, menos por interés que por inercia, entré a "Un lugar de la mancha" que está sobre Prado Norte. Al poco rato entró una señora que pidió, en un tono que sin duda ella consideraba afable mientras que el librero -vigilándome- y yo percibimos altanero, un libro sobre la historia de la Fórmula 1. Así de posible, así de ambiguo. Pasó la vista por la mesa de novedades y preguntó, a los gritos, si no había algo nuevo de Paulo Cohelo. El empleado dejó de suponerme el único fardero de los tres y fue a buscar aquel libro sobre la historia de la Fórmula 1. Recordé el "Diario de un librero" de Luis Mey, publicado en Orsai, donde da cuenta de la diversa tipología de lectores que le ha tocado sufrir en la librería donde trabaja y las formas, tan obcecadas como pretenciosas, con las que le piden algún título. Alguien, por ejemplo, un día le pregunta: "Flaco, ¿tenés la novela con la que Borges ganó el Nobel?"
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