Días son horas igual, años, meses, meses; semanas. Minutos, segundos, tiempo... Inventarse una unidad para medir algo relativo, solo alguien lo suficientemente estúpido y ocioso, soberbio.
No me dice nada el cambiar de meses en el calendario, de años, hasta las estaciones carecen ya de forma.
Y de que nos ha de servir saber que año corre, si las mismas atrocidades hemos de cometer. No existe tal ciclo nuevo, ni renovación de los votos. Ninguna redención. No comienza nada desde cero, ningún nuevo amanecer así por arte de magia. Al final seguiremos arrastrando las mismas culpas, los mismos fantasmas, la misma sangre en nuestras manos, el dolor en nuestros corazones, a menos que nos permitamos atender aquello realmente importante, en vez de alimentar nuestra mediocridad con esperanza de cartón y “buenos deseos”, porque no hay nada de nuevo en ello, solo la misma mierda disfrazada de regalo y años nuevos; lo único nuevo es un numero, que a mi, no me dice nada.
De mi, para todos.
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