martes, 24 de mayo de 2011
Yo!, las lágrimas de Pinkman... bitch!
Las lágrimas de Pinkman, en el eterno momento antes de desbordarse no correrán nunca dado el inconmensurable pasmo que le produce saber que es ahora él, quien se está Breaking Bad, en el final de la tercera temporada. Con el final, caí en cuenta de que una de las razones -la más inocente al menos-, por la que tengo en tal alta estima esta serie, es porque la relación entre Jesse y Walter es, aunque más corrupta y más profundamente enlazada químicamente (y quizás por tanto más real), igual a aquella entre el benemérito Doctor Emmett Brown y el eterno Marty McFly. Son a tal punto iguales ambas relaciones, que de la misma forma en que el falso Calvin Klein jamás se refiere a su mejor amigo sin el correspondiente Doc; Jesse Pinkman jamás se refiere a su socio de otra forma que no sea Mr. White. Este símil entre Breaking Bad y aquella obra que se pasea siempre tan alegremente por las profundas cavernas de mi corazón, para mí la hace, una obra conmovedora y entrañable.
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2 comentarios:
Como llegaron a ese punto es ya lo de menos, lo que hacen por sobrevivir, todo aquello que han recorrido y sacrificado los liga de maneras que pocos padres con sus hijos lograrán a lo largo de sus vidas. Walter aprendió la lección, tal como don pollos hermanos lo instruyo, se dejo de medias tintas. El momento en que escogió la vida de Jesse por sobre la de un par de traficantes lo cambio todo, termino de cerrar ese lazo que lo une tan profundamente, pinches putos, jaja.
Jaja, están entrelazados por su relación homoerótica... msch, ¿cuál?
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