jueves, 9 de junio de 2011

¡Salve! aquellos afortunados...

Años de interminable intermitencia. Inenarrable, indivisible, inadvertida, invertebrada... cuate. Carente de espina dorsal, o algo que sostenga; un palo de escoba ya de menos. Aún así, sobrevive. Respirando bajo el mar, en el espacio; dentro una bolsa de plástico.

Jugando al filo de una linea imaginaria, como el Chicharito Catorce, pero sin su eficacia, en eterno fuera de lugar. Así se siente ser parte consciente de una mentira. Fuera de lugar.

El sonido del silencio que escucha Benjamin Braddock mientras lucha embravecido contra la congregación, armado de crucifijo, con la novia (no su novia, no en ese momento) tras de el, eso quiero: Alguien por quien valga la pena tomar riesgos innecesarios.
Alguien con quien lanzarme de madrugada a la alberca con la ropa puesta.

Que no me haga sentir que no soy suficiente, porque se que no lo soy, porque no lo es ella para mi.
Que no me haga darme cuenta de que solo puedo ser tan bueno, tanto como ella me deje.
Que sea lo suficientemente mujer para ser mi carnal.
Sin tantos vendajes en las manos.

Y así...

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