Dormí con miedo.
Miedo no sé a qué,
pero miedo.
No hubo trabajo en dejar la ribera de la vigilia,
pero lo hice acompañado del miedo.
Recorrí la cortina dos veces
ambas para mirar las estrellas.
Incapaz evidente para buscar a Antares en el Universo,
vi que había desaparecido.
En el vaho
sobre el helado vidrio de la ventana,
apareció la escritura de Borges:
"Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él."
Dormí junto a la azulada certeza
de que estamos solos en el Universo:
no hay nadie ni nada más;
ni siquiera el eco de nuestros gritos desaforados
que sólo alimentan al vacío.
Y no puedo despertar.
1 comentario:
Deja un sentimiento de inquietud, en en general, por todo y por nada en especial.
De intranquilidad, como si algo de verdad fuera a pasar. Igual y si. Ojalá.
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