En los camellones interiores sobre periférico yacen un par de estas cruces lapidarias que se suelen poner para marcar el lugar donde alguien fue atropellado y muerto, con nombre y fechas. Nunca antes las había notado, solo que hoy de entre el verde del pasto y las plantas resaltaba el naranja vivo y brillante del cempazúchitl colocado ante las cruces.
He de suponer que alguien (probablemente) debió cruzar hasta ahí, arriesgándose a –la posibilidad de– ser atropellado, para dejar esas flores.
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