viernes, 4 de marzo de 2011

Disidencia

Moody, are you an artist, or a pretender? Eddie Niro.
Neither, I'm a writer. Hank Moody.


En la semana Luigi Amara, presentó en el Pabellón del Estado de México, de la Feria del Palacio de Minería su libro Los disidentes del universo, compuesto de siete ensayos y un epílogo. El libro quedó en segundo lugar en la categoría de ensayo, en el Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz, convocado por el Estado de México. El primer lugar lo ganó Hernán Bravo Varela, quién sabe por qué y cómo:
Decía Luigi en la presentación con Fernando de León, que la idea de los ensayos le vino a partir de un cuento de Nathaniel Hawthorne, en el que un hombre abandona a su esposa para mudarse tan sólo a unas casas de ella, ponerse una peluca y otras ropas para pasar inadvertido, y contemplar cómo es el mundo sin él mismo. Comentaba el autor que su idea era la de explorar ése tipo de personas, explorar a la gente que decididamente se vuelve un habitante de los arrabales de la vida -del universo-. Por ejemplo, el libro tiene un ensayo acerca del esposo de Julia Pastrana mujer barbada de Sinaloa, a la que su esposo por dinero, la exhibía ante aristócratas y en circos. Luego de la muerte de Pastrana, su viudo, trabó una relación con otra mujer de pelos, a la que exhibía como la hermana de Julia Pastrana. Para Luigi, lo freak, no está en las dos mujeres barbadas, sino, en aquello que punzaba al esposo a buscar exclusivamente mujeres con más vello que él.
Otro de los ensayos trata de el placer que encontraba John Connish, en el acto de hacer fila. Se formaba, llegaba al final de la cola -que irónica, retorcida y linealmente también es su principio- y hacía que quien estuviera tras la ventanilla firmara un papel para dar testimonio de el tiempo pasado formado. Luego, se retiraba tan feliz y contento, como quien tiene que verificar su automóvil el último día del mes, y encuentra el verificentro más cercano, vacío.
Decía el ensayista, poeta, editor y brújula, que cuando publicó en el suplemento cultural de un periódico, uno de los ensayos, los dos editores se enfrascaron en una discusión ecuménica, en la que uno creía firmemente que el texto era un ensayo, y el otro creía con la misma firmeza, que era cuento. Y que, la discusión propiciada era uno de los objetivos que tenía cuando escribió el texto; Amara quería, que su literatura intencionalmente no pudiera ser fácilmente "clasificable".
Un día, a bordo de un vagón del metro me preguntó si a mí no me interesaba escribir narrativa, le dije que no, que tenía un estructura mental fragmentaria y volátil, que no tenía el aliento para sentarme a contar una historia; que me gustan las rebanadas de la realidad, aclaré pseudoliterariamente, antes de preguntarle si él no había nunca tenido ganas de hacer novela o cuento. Algunas veces pienso en ideas... pero no, la verdad no, fue su respuesta.
He leído tres de sus cinco libros de poesía, y sus tres libros de ensayo; y pensaba después de leer las primeras hojas del libro presentado, que en realidad no es ensayo, pero tampoco es cuento, sino que más bien era un poema y que no estaría equivocado aun sin leer los otros seis, si me aventuraba a decir que los demás podrían ser leídos de igual forma.
Agazapada en mi memoria está la frase con la que Paul Auster en el prólogo a La huida del tiempo editado por Acantilado, describe el temperamento de Hugo Ball -escritor alemán y el auténtico autor del espíritu dadaísta- diciendo: "Era demasiado filósofo para ser artista, y demasiado artista para ser filósofo". No es un cumplido. Pero creo que sólo como cumplido podría funcionar para describir la obra de Luigi. Hojeo algún libro suyo, o recuerdo frases o monólogos que edificaba en los talleres que tomé con él, y pienso que cualquier forma literaria que usara, siempre será un contenedor diáfano para contemplar sus ideas del mundo, es decir, es al mismo tiempo tan filósofo como artista.
Un día, a una sesión una chica llevó un texto en prosa de más de una cuartilla de extensión para criticarlo y comentarlo, pero en cada intervención, ella manifestaba una profunda preocupación por que su texto en prosa "no fuera un poema" (o no lo pareciera).Todos coincidimos en que su texto estaba muy bueno; y Luigi aparte le dijo: "yo no me preocuparía si es o no poema, en todo caso eso sobra; cuando tu texto produce, a través de medios literarios, un placer en los lectores que fuimos nosotros, ya estás haciendo literatura, la forma que lo contenga es lo de menos..."
Pienso que la pretensión última -o primera- de Luigi no era ganar el concurso convocado por el Estado de México, sino que se leyeran los ensayos; ahora, en esto no hay nada de diferente ni especial -supongo- con cualquier otro escritor que haya entrado a ese concurso o cualquier otro. Lo admirable y que lo pone aparte, es la disidencia imperante en su obra y personalidad, que radica en sacudir a propósito nuestros prejuicios acerca de lo que es un género literario, al juntar dos aparentemente inconexos: el ensayo (mal entendido como no ficción) con un personaje o narrativa (ficción), para aparte de revelar la íntima y natural relación entere estos, generar un texto literario Brutal. Brutal porque a mí, el que leí, consiguió hacerme sonreír, meditar y reflexionar, iluminarme y dejarme las lágrimas posadas como las aves más pesadas y fluidas en el borde de mis ojos.
Rodrigo Fresán en el documental "Bolaño Cercano", dice que la posteridad del chileno, está cuando los jóvenes dicen que después de leer a Roberto Bolaño, siempre les dan ganas de escribir.
Yo creo que la posteridad de Luigi es que después de leerlo, siempre quieres leer más, y no exclusivamente su obra.

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