¡Qué mezcla de Naturaleza en mi plato!
Mis hermanas las plantas,
las compañeras de las fuentes, las santas
a quienes nadie reza...
Y las cortan y vienen a nuestra mesa
y en los hoteles los huéspedes escandalosos,
que llegan con correas tendiendo mantas
piden "ensalada", descuidados...
Sin pensar que exigen a la Madre Tierra
su frescura y sus hijos primerizos,
las primeras palabras verdes que ella tiene,
las primeras cosas vivas e irisantes
que Noé vio
cuando las aguas bajaron y arriba de los montes
verde e inundado surgió
en el aire por donde apareció la paloma
el arcoíris se extendió...
Platicaba el sábado con Eduardo acerca de lo que dice cada una de las ocho -creo- diferentes ondas que produce un electrocardiograma y qué se hace para resolver lo que indican estas; también de el espacio intersináptico y su influencia en la vinculación de recuerdos distintos.
Releí este fragmento del poema El Cuidador de Rebaños (1911-1912) de Alberto Caeiro, heterónimo de Fernando Pessoa y, pensé en Güero.
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