domingo, 14 de noviembre de 2010

Wonder Boy.

Todos los años tenemos campeón del mundo. No todos los años hay uno digno de serlo.
Ayrton Senna.

Éste año, lo volvimos a tener.
Sebastian Vettel es el piloto más joven en ganar una carrera, en ganar una pole y ahora el campeón del mundo más joven. Y uno de los más dignos y honrosos de la Historia. Es el Campeón del Mundial de Fórmula 1 porque jamás especuló, nunca regaló nada; tenía que ganar carreras para quedar campeón y lo hizo.
Cometió tantos errores al comienzo del año que todos lo dábamos por descontado para el título, pero de alguna forma eso lo revirtió para que se nos volviera inolvidable. Y por eso Alonso está ahora, dulcemente está sumido en la derrota: decía "con terminar en podios en las últimas carreras quedamos campeones", quiso jugar a la segura.
Y Vettel, se he vuelto no sólo nuestro flamante campeón de mundo, sino también el triunfo de un talento voraz, espectacular y magnánimo conjuntado con el valor más supremo que tenemos: el de trabajar, luchar por algo.
Desde que comenzó el mundial en marzo, Sebastian Vettel sólo fue líder de la clasificación en una solo momento: hoy, al terminar la temporada.
Lloré Sebastian, lloré contigo, sobre el podio.






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