Todos los años tenemos campeón del mundo. No todos los años hay uno digno de serlo.
Ayrton Senna.
Sebastian Vettel es el piloto más joven en ganar una carrera, en ganar una pole y ahora el campeón del mundo más joven. Y uno de los más dignos y honrosos de la Historia. Es el Campeón del Mundial de Fórmula 1 porque jamás especuló, nunca regaló nada; tenía que ganar carreras para quedar campeón y lo hizo.
Cometió tantos errores al comienzo del año que todos lo dábamos por descontado para el título, pero de alguna forma eso lo revirtió para que se nos volviera inolvidable. Y por eso Alonso está ahora, dulcemente está sumido en la derrota: decía "con terminar en podios en las últimas carreras quedamos campeones", quiso jugar a la segura.
Y Vettel, se he vuelto no sólo nuestro flamante campeón de mundo, sino también el triunfo de un talento voraz, espectacular y magnánimo conjuntado con el valor más supremo que tenemos: el de trabajar, luchar por algo.
Desde que comenzó el mundial en marzo, Sebastian Vettel sólo fue líder de la clasificación en una solo momento: hoy, al terminar la temporada.
Lloré Sebastian, lloré contigo, sobre el podio.
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