lunes, 28 de febrero de 2011

Al grito (editado).

A diario desde lo alto de la colina puedo ver el fondo del valle. El valle de México, y tras aquella vista aún se alza el bosque de los remedios, por encima de las azoteas de las casas, de los cables, y de los postes luz. Sin esforzarse tanto todavía evoca aquello que fue.
La geografía no miente; la calle 'Colina de las Termas' fue en verdad una vez una colina –aun lo es– sin pavimento, sin cimientos cubriendo el pasto y tierra.
Lomas Verdes alguna vez fueron nada mas que unas lomas verdes, con el bosque de los remedios al fondo, que en parte lo sigue siendo, aunque disminuido.
Siendo una ciudad –ya– dentro de la ciudad, al margen todavía nos mantenemos, rodeados por el manto del valle de México, que por más ciudad que se vuelva, en esencia nunca dejara de serlo, la geografía no miente.
Nos protege; ya no por mucho, como nuestra madre tratará de hacerlo, por cuanto tiempo le sea posible, más no por siempre. Y se acerca el momento en que el tiempo nos ha de alcanzar, y habremos de cubrirnos de sangre, para –intentar– proteger a los nuestros, a nuestros hijos, como nuestra madre una vez lo hizo.
Hoy creo entenderlo mejor, no se que es, pero lo entiendo mejor.

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