sábado, 12 de febrero de 2011

Ojos (visión) claros, corazones llenos. Nunca perderán.

Fue emitido por 'The 101 Network' de DirecTV este miércoles pasado el ultimo capitulo de la serie estadounidense Friday Night Lights. Me imagino que a muchos "puristas" de la televisión a la cinematografía, o lo que sea, debe interesarles poco una serie de deportes, una serie de futbol americano. A mi no debería llamarme la atención, en teoría. Si bien no me desagrada el mencionado deporte tampoco me entusiasma... Salvo en películas. Muchas veces lo he comentado, el como me han emocionado cintas como: Remember the Titans, Any Given Sunday, Invincible con Marky Mark; hasta The Longest Yard, y la misma Friday Night Lights de Peter Berg, de donde nació la serie televisiva.
Mi "telenovela de tocho" como yo la llamaba era justo eso, bien podía ser reducida a eso. Clásico formato de drama donde las vidas de los habitantes de Dillon Texas se entrelazaban y desarrollaban en conflicto, al rededor del equipo de futbol del pueblo (pueblo del demonio) y su recién llegado nuevo "coach", Eric Taylor, interpretado por Kyle Chandler, que bien merece una mención aparte. Pero fue mas que eso.
Nada dentro de la obviedad y aparente simpleza en la trama hacia sospechar lo que en el fondo se escondía, precisamente eso, un fondo. La complejidad en los personajes, la familiaridad con que uno se termina identificando con mas de uno de ellos, y su desarrollo hacen imposible no conectar (claro, no todos lo harán), como los mismo protagonistas bien apuntan, no son evidentes, no caen en el simple cliché, van más allá, pero sobre todo, son honestos, se sienten honestos, y ahí estriba la gran conexión que uno genera con ellos, con las panteras de Dillon, más tarde con los leones. Uno desea verlos ganar, en el partido y en la vida de ficción que llevan, pero esta como la real, es injusta, y pocas veces uno los ve salirse con la suya, aún así continúan, con las fuerzas que todavía poseen. En un tono, sí, dramático, mas nunca sensiblero.
Nunca me ha angustiado tanto un partido de los Delfines de Miami (equipo al que supuestamente le voy, o iba de niño), nunca como muchos de los presenciados a lo largo de la serie, precisamente porque lo que importa no es el deporte en si, sino los lazos que forma el mismo entre los involucrados, con uno, es cosa de hermandad, no de ganar partidos.


Nunca he visto a nadie desarrollar y vivir un personaje tan honesto como lo ha hecho Kyle Chandler, si no supiera que es Neoyorquino juraría que ha vivido toda su vida en Texas. Juraría que entrena tocho, que lleva más de 20 años de casado con Tami Taylor, y que es el mejor entrenador de todos los tiempos.

Si bien la serie va a cambiar vidas literalmente, si termina siendo de esas cosas que siempre recordaras, y que marcara un momento de tu existencia.
A ellos, a los involucrados, seguro si los ha hecho personas distintas, antes y después.

Ojala así fueran las telenovelas, las de aqui. Nada tiene que ver con el lenguaje, o las temáticas; o la mercadotecnia o los nombres. Argos, y las producciones del Once (Televisa y TV Azteca ya ni vela tienen ya en el entierro) aprenderían montones de una serie como la que acaba de concluir. Los mejores guiones, los mejores argumentos, y los mejores actores, son los que son honestos, punto.

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